Con toda probabilidad, el rápido calentamiento climático afectará gravemente a los cultivos de las regiones tropicales y subtropicales cuando lleguemos a finales de este siglo y, si no se logra una adaptación de los cultivos alimenticios a las nuevas condiciones, dejará a la mitad de la población mundial enfrentada a una grave carestía de alimentos.
Para complicar las cosas, la población de este cinturón ecuatorial (la región comprendida entre los 35 grados de latitud Norte y los 35 de latitud Sur) es en la actualidad una de las más pobres del planeta, y su crecimiento poblacional está aumentando a ritmos mayores que en cualquier otra región.
"El estrés que impone la temperatura sobre la producción global de alimentos se está haciendo inmenso, y esto es sin tomar en cuenta la disminución en la disponibilidad de los recursos hídricos provocada por el aumento de la temperatura", advierte David Battisti, profesor de ciencias atmosféricas en la Universidad de Washington, y autor principal de un estudio sobre el agravamiento del hambre por culpa del cambio climático global. Colaboró con Rosamond Naylor, Directora del Programa de Seguridad Alimentaria y del Medio Ambiente de la Universidad de Stanford, para examinar el impacto del cambio climático sobre la seguridad alimentaria en el mundo.
Tal como Naylor alerta, es urgente invertir en la adaptación al cambio climático, porque está claro que vamos en esa dirección, en términos de temperatura, y que se tardará décadas en desarrollar nuevas variedades de cultivos alimenticios que resistan mejor que los actuales un clima más caliente.
Combinando observaciones directas con datos de 23 modelos climáticos globales que contribuyeron a una investigación que condujo a la obtención de un premio Nobel en 2007, Battisti y Naylor determinaron que existe más de un 90 por ciento de probabilidades de que, para el 2100, las temperaturas más bajas de la temporada de crecimiento vegetal en las regiones tropicales y subtropicales, serán más altas que cualquiera de las registradas hasta el presente en esas regiones.
Los investigadores emplearon los datos a manera de filtro para ver ejemplos históricos de inseguridad alimentaria severa, y concluyeron que tales ejemplos serán, con toda probabilidad, cada vez más frecuentes. Estos incluyeron episodios severos en Francia en 2003, y en Ucrania en 1972. En el caso de Ucrania, una ola de calor que casi alcanzó un récord, y que redujo la producción de trigo, contribuyó de modo importante a las sacudidas sufridas por el mercado mundial de cereales durante dos años.
Los efectos climáticos graves no se verán limitados a los trópicos. Como ejemplo, basta recordar los récords de temperatura que golpearon a Europa Occidental en junio, julio y agosto de 2003. En aquella ocasión, las temperaturas extremas mataron indirectamente a una cantidad de personas estimada en 52,000. La extensa ola veraniega de calor en Francia e Italia recortó la producción de trigo y forrajes en un tercio. En Francia, las temperaturas estuvieron unos 3,6 grados centígrados por encima de la media histórica, y los científicos creen que estas temperaturas pueden ser normales en la nación gala en el año 2100.
En los trópicos, se espera que las temperaturas superiores a las actuales provoquen una caída en el rendimiento de los cultivos alimenticios primarios (maíz y arroz), de entre un 20 y un 40 por ciento. Pero además la elevación de las temperaturas acarreará probablemente un efecto adverso sobre la humedad de los suelos, provocando una disminución aún mayor en los rendimientos de los cultivos.
Naylor subraya que hay que replantearse los sistemas agrícolas como un todo, y no sólo concentrarse sobre nuevas variedades de cultivos. Hay que tener en cuenta que muchas personas se verán forzadas a emigrar lejos de las tierras donde hoy viven.
En la actualidad, tres mil millones de personas viven en los trópicos y subtrópicos, y se espera que esta cantidad llegue a casi el doble a finales del presente siglo. El área comprende desde el sur de Estados Unidos hasta el norte de Argentina y el sur de Brasil, desde el norte de la India y el sur de China hasta el sur de Australia y toda África.
En la actualidad, tres mil millones de personas viven en los trópicos y subtrópicos, y se espera que esta cantidad llegue a casi el doble a finales del presente siglo. El área comprende desde el sur de Estados Unidos hasta el norte de Argentina y el sur de Brasil, desde el norte de la India y el sur de China hasta el sur de Australia y toda África.
Muchos de los que hoy viven en estas áreas dependen, en gran medida, de la agricultura para su subsistencia.
"Cuando todas las señales apuntan en la misma dirección, en este caso en particular una dirección mala, con toda probabilidad se puede prever qué va a suceder", advierte Battisti. "Estamos hablando de cientos de millones de personas adicionales buscando alimentos, porque no los encontrarán donde ahora los hay"
.El trigo representa la cuarta parte de las calorías nutricionales consumidas en la India, pero en esa nación el rendimiento de los cultivos de trigo parece haberse estancado en la última década, a pesar de factores que deberían haberlo aumentado.
Se espera que la elevación de la temperatura asociada al cambio climático sea menor en las regiones ecuatoriales que en latitudes superiores. Pero como las temperaturas promedio en los trópicos son hoy mucho mayores que en las latitudes medias, la elevación de las temperaturas tendrá un impacto mucho mayor sobre el rendimiento de los cultivos en los trópicos.
La labor de investigación en la Universidad de Washington ha demostrado que, aún con incrementos mucho menores de la temperatura en los trópicos, los impactos de un clima más caliente serán mayores allí, porque la vida en los trópicos no afronta variaciones apreciables en las temperaturas, y por ende son menos adaptables. Eso hace más urgente aún ponerse a buscar maneras de lidiar con un clima sustancialmente más caliente, tal como subraya Battisti.
"Podemos esperar a que todo ocurra y entonces tratar de adaptarnos, con todas las dificultades y sufrimientos que ello implicará, o podemos prepararnos de antemano para ello", sentencia el científico. "Podríamos también mitigar el calentamiento, o intentar que no llegue a producirse, pero los humanos no estamos haciendo un trabajo eficiente en este sentido".
No hay comentarios:
Publicar un comentario