El sábado 27 de febrero a las cinco de la tarde llegaron a nuestra parroquia de Dajabón un grupo de haitianos/as de Wanament de la parroquia de la Asunción. Nos visitaron para agradecer a los dominicanos/as su amistad y solidaridad con Haití a partir del terremoto del 12 de enero.
Todas eran personas comprometidas en la Iglesia: el Coro Notre Dame, el grupo de danza litúrgica Etincelle, y los promotores sociales que trabajan con las hermanas Juanistas. Además, en representación de las familias desplazadas y damnificadas por el terremoto, vino una madre con sus dos hijas pequeñas. Ellas perdieron todo en el terremoto: el esposo murió, la casa se destruyó. Actualmente están siendo acompañadas, junto a cientos de familias mas, por las Juanistas y el equipo de emergencia que tienen en Wanament donde participa también la comunidad jesuita de allá.
Durante la noche ensayaron su participación en la eucaristía dominical del día siguiente y plancharon con esmero la ropa y las albas que iban a usar. En la eucaristía del domingo 28 que se transmite por Radio Marién a las 8:00 a.m. desde el templo de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario, celebramos con gozo esta historia de amistad y solidaridad compartiendo en creol y en español los diferentes momentos de la celebración.
El coro de Wanament y el de Dajabón cantaron alternando su participación. El grupo de danza litúrgica acompañó con devoción la procesión de entrada, el perdón, la aclamación al evangelio y el momento de las ofrendas. A mi me tocó presidir la celebración y el padre Regino Martínez s.j. tuvo la homilía en español traducida al creol por la hermana Nidia. En el momento de las ofrendas presentamos a una familia damnificada en representación de tantas que agradecen nuestra solidaridad.
Al concluir la celebración los hermanos haitianos agradecieron a toda la diócesis y a todo el pueblo dominicano formalmente con unas palabras muy bonitas y sentidas que a todos nos tocaron el corazón, y que provocaron un gran aplauso de la asamblea.
Terminada la misa tuvimos un compartir con chocolate caliente y pan. En ese momento nos llenó de alegría la visita sorpresa de nuestro obispo diocesano Monseñor Diómedes Espinal que, conociendo la importancia de este encuentro, había hecho un esfuerzo por compartir con todos nosotros. Los haitianos le pidieron la bendición cantando y el obispo les bendijo, les habló y saludó a cada uno.
En caravana y guiados por el vehiculo del obispo visitamos el santuario de la Altagracia en Loma de Cabrera. Me impresionó mucho verles de rodilla cantar y rezar el rosario en creol con unas melodías preciosas y con una interpretación coral bellísima. Visitamos el monumento de Capotillo a los héroes de la Restauración y comentábamos como este gesto heroico se realizó con la solidaridad dominico-haitiana como un elemento clave del proceso, que nos muestra que hay también, junto a la historia del prejuicio y la confrontación, otra historia que nos une desde la riqueza de nuestras diversidades.
Y después de visitar el salto del Masacre en Loma de Cabrera, almorzamos en la casa de cursillos de la parroquia La Altagracia, regresamos a Dajabón y les acompañamos hasta el puente nuevo para el cruce de frontera.
Una señora dominicana al terminar la misa se me acercó para comentarme agradecida lo emocionada que estaba por lo que había sucedido este día en el templo de Dajabón. Hay un sabor a pascua en todo esto y un llamado a reconstruirnos como iglesia atravesando fronteras de prejuicios, de olvidos y de miedos.
P. David Pantaleón s.j.
Párroco de Dajabón y Partido
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