No es raro que a los hombres les guste mirar un buen par de tetas. Pero no todos son tan capaces de diferenciar entre las naturales y las operadas.
Toda persona es libre de decidir si le gustan grandes, medianas o pequeñas. Hay tetas para todos los gusto y diferente manera de intervenirla quirúrgicamente para felicidad de todos. Y hay que tener un ojo entrenado para descubrir la mano prodigiosa o desastrosa de un cirujano. En el caso de las reducciones es más difícil reconocer la operación, a menos que uno conociera con anterioridad a la dueña. Pero en el caso de los aumentos, la cosa resulta más fácil. La siguiente son algunas claves de reconocimiento.
Sin importar el buen estado físico de una mujer y el bajo contenido de grasa de su cuerpo, unos senos naturales nunca se verán ni se sentirán completamente duro. Por naturaleza las tetas son un poco gelatinosas.
Lo anterior es más fácil de apreciar cuando una mujer corre o camina porque los senos naturales tienden a moverse. Si son naturales, al acostarse de espalda, la tendencia es que se deslicen un poco hacia los lados. Si se agacha, toman una forma cónica. En resumen, si los senos siempre mantienen su forma, definitivamente son operados.
Los senos naturales nunca parecen dos mitades de una esfera pegadas sobre el pecho de una mujer.
Si los pezones están apuntados hacia diferentes direcciones, o un seno se encuentra mas alto que el otro o la distancia entre los dos es muy grande, no hay duda de que su dueña paso por el quirófano y la operación quedo mal hecha.
Los senos naturales nunca son perfectamente simétricos, aunque la diferencia es mínima, siempre uno es un poquito más grande que otro.
La presencia de cicatrices debajo de las axilas, el busto o cerca de los pezones.
Por lo general, una mujer delgada no tiene pechos grandes.
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