Alejandrina Lantigua Pérez tiene 68 años y en pocos días se hará bachiller. Sus excelentes calificaciones le aseguran el título que de inmediato usará para inscribirse en la Universidad de la Tercera Edad, donde pretende convertirse en abogada.
Si los cálculos no le fallan, la estudiante meritoria del liceo nocturno Pedro Henríquez Ureña entrará a los tribunales de la República a principios del 2015, cuando cuente 72 años de “honesta” existencia.
“Puedo ejercer la carrera por cuatro o cinco años, entonces el título se lo dejo a mis nietos, y a las presentes y futuras generaciones para que vean que cuando tú quieres superarte no tienes que ver la edad como un obstáculo”, dice vestida de colegiala la madre de cinco “trabajadores honestos”.
Lantigua Pérez es cuidadosa al hablar, porque trata de no cometer atropellos contra el idioma. Cree que si sus calificaciones en Lengua y Literatura están por encima de los 90, no debe expresarse como una persona cualquiera.
Intenta hacer uso correcto de sus conocimientos y el esfuerzo le sale muy bien.
Mientras conversa, mueve con armonía las manos y emplea las fórmulas tradicionales de respeto.
Por su disciplina y dedicación, tiene las notas por encima del promedio. Ayer fue la primera en entregar el cuadernillo de matemáticas de las pruebas nacionales.
Aunque la asignatura no es su fuerte, confía en que podrá aprobarla sin dificultades. Se siente animada y con bastantes energías para materializar su plan de vida.
“Difícil es todo lo que no quieres hacer, porque cuando haces las cosas con amor todo se hace más fácil, y además, te sientes útil”, afirma doña Alejandrina, con el tono seguro de la voz de la experiencia.
Los días de clase acostumbra a levantarse antes de las 6:00 de la mañana, pues hace los oficios en casa de un familiar para ganar algo de dinero. Y durante el resto del día resuelve los problemas de su hogar, ubicado en la calle Peatonal Alfonseca número 6, en el sector Simón Bolívar.
Ideas de cambio
Alejandrina Lantigua Pérez reingresó en el sistema educativo nacional a los 50 años, al inscribirse en el tercer curso del nivel básico en la Escuela Radiofónica Santa María. Cuando terminó la primera fase del proceso escolar, bien pudo entrar al Programa de Educación Media a Distancia y Semipresencial para Personas Jóvenes y Adultas (PREPARA), pero prefirió matricularse en el liceo nocturno Pedro Henríquez Ureña, por razones históricas.
En el mismo centro educativo (llamado Escuela de Colombia en la tanda matutina) fue herido de muerte el dirigente de izquierda César Augusto Suero, mejor conocido como Flavio Suero, a quien Alejandrina consideraba como un hijo.
Los ideales de justicia social de éste y otros jóvenes como Gregorio García Castro y Narciso González, la mujer los recuerda y los conserva. Cada vez que puede intenta transmitirlos a quienes le rodean en las aulas, porque no quiere llevárselos a la tumba.
“Como en esta sociedad los valores están invertidos, los delincuentes quieren hacer creer que la gente decente es la que está mal. Pero eso no es verdad. Hay que demostrarles que ellos son los que no sirven, los que roban, los que venden drogas, los que engañan, y los que le quitan la vida a la gente por un aretico sin importancia”, dice la estudiante preocupada por el auge de la delincuencia y la pérdida de valores dentro de la sociedad dominicana.
Sus palabras ya no suenan tan pasivas. Lantigua Pérez no tiene planes de detenerse.
Se hará abogada con la intención de hacer un aporte social y conseguir mejor calidad de vida. Después de todo, afi rma, “es lo que una mujer honesta se merece”.
EL DIRECTOR ELOGIA A SU ESTUDIANTE MAYOR
Toribio Suárez Franco es el director del liceo nocturno Pedro Henríquez Ureña, y asegura que en sus 35 años de docencia nunca había visto un “fenómeno” como el de Alejandrina.
“Excelente estudiante, disciplinada y se ha convertido en la madre de sus compañeros. Hasta a mí me da buenos consejos”, dice. El Director habla de la estudiante de 68 años cuando quiere poner un ejemplo de aplicación y perseverancia ante el resto de los alumnos. Además de su inteligencia, afirma, Alejandrina posee la sabiduría que sólo da la experiencia: “Más sabe el diablo por viejo que por diablo”
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